y luego de la lucha, el guerrero retornaba a su morada,
triste su alma melancólica
a pesar de la victoria;
vale más la tinta de los sabios que la sangre de los mártires.
Una lágrima surcaba su rostro,
su corazón duro lloraba.
¿Ha crucificado al Hijo del Hombre?
Maldita sea la batalla...