miércoles, 6 de febrero de 2008

El evangelio según Casadey. Capítulo tercero. Por Cristian Claudio Casadey Jarai.

Casadey recordaba lo aprendido sobre el agua, símbolo de vida, sustancia única e ireemplazable, vehículo eterno del bautismo.
Como relataba el evangelio, Juan bautizaba en el agua para el arrepentimiento y limpieza del alma, preparación para recibir al Espíritu Santo que bautiza en fuego. Dada la importancia de este ritual fue el propio Jesús en persona quien se dirigió desde Galilea hasta el mítico río Jordán para ser bautizado por Juan a pesar de la oposición del mismo. En cumplimiento de toda justicia, Casadey no podía dejar de acatar la voluntad divina.
En su interpretación particular, Casadey decidió autobautizarce después del incidente con su falso maestro.
En un río sucio y contaminado realizó su lavatorio exterior para limpiar simbólicamente su alma y recibir los dones celestiales.
En voz alta, durante su desagradable y sacrificado baño repetía lo escrito en Juan 3, 5: "En verdad, en verdad te digo, que quien no naciere del agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios".
Casadey pensaba que sólo podía alcanzar por medio del bautismo el camino hacia la vida eterna para formar parte del Reino Celestial. Estaba deseoso de que en ese momento descendiera sobre su cabeza el Espíritu Santo en forma de paloma.
Detrás de unos matorrales, un grupo de niños espiaba asombrado el dantesco espectáculo. Jugando una macabra broma, robaron todas las pertenencias de Casadey quien estaba demasiado concentrado como para ocuparse de cosas tan banales.
Luego de acabado el ritual, Casadey empezó a buscar desesperadamente sus ropas por todos lados. Una vez resignado, se sentó a orillas del agua a meditar.
Reflexionaba sobre el concepto de epopteia o vista personal. Según Platón, es todo aquello en que de manera intuitiva y por medio de la contemplación de las cosas éstas se conciben como verdaderas ideas absolutas. Casadey llegaba por medio de su esfuerzo y gracias a lo aprendido en esa amarga experiencia al estado en que por sí mismo comenzaba a redescubrir el cosmos. Pronto se repondría nuevamente y cumpliría con su vocación. Se dirigió al poblado. Era de noche. Contando lo sucedido la gente se apiadó de Casadey brindándole abrigo y alimentos.
Casadey se sentía bien en ese ambiente. Era un pueblo pequeño y decadente en donde la pobreza había empujado a la juventud hacia la ciudad. Aquella tierra se había convertido en un paraje perdido, de gente mayor y algunos niños, con muy pocos habitantes. Una plaza central era el corazón del caserío y la prematura muerte del párroco local junto a la falta de interés de las autoridades eclesiásticas de solucionar la situación habían dejado a la iglesia local en un estado total de abandono. Esa perspectiva le ofrecía a Casadey un ambiente propicio para desarrollar sus actividades espirituales. Casadey, fiel a su temperamento, al día siguiente, luego de albergarse en la casa de unos ancianos caritativos, retomó su costumbre de predicar en medio de la plaza.
Casadey se paró en medio del espacio verde y comenzó a hablar. Los lugareños, no acostumbrados a este tipo de cosas se acercaron a escuchar sus palabras.
Casadey dijo:
- "Es mediante la gracia de Dios que se es cristiano, palabra que proviene de Cristo. El hombre es cristiano mediante la fe en Jesús y en su bautismo por el agua y el Espíritu Santo, es decir, el hombre se hace cristiano recibiendo la purificación mediante el ritual del bautismo. San Pablo dijo: "Sin la fe es imposible agradar a Dios"."
Casadey viendo que a su alrededor por primera vez la gente no se burlaba y oía interesada, continuó entusiasmado:
- "Los ángeles son los seres más perfectos creados por el Todopoderoso, seres de luz enteramente espirituales e incorpóreos que se dedican a la alabanza y al servicio de Dios. Están en estado de gracia permanente, de una santidad eterna, son seres dotados de inteligencia y voluntad propias lo que ha hecho que no todos los ángeles permanezcan al lado de Dios sino que algunos, vencidos por la soberbia, se rebelaron en contra de su Creador liderados por Lucifer, el ángel más bello, quien fue vencido por Miguel. Los insurrectos fueron arrojados a la profundidad del Averno y desde entonces se los conoce como demonios. Cada uno de los seres humanos posee un ángel custodio, un ángel de la guarda que proteje al individuo y lo cuida del mal.
Mientras los ángeles se enamoran y aman la belleza espiritual, los hombres aman y admiran la belleza corporal. Platón decía que es grande el Dios del Amor. Para los antiguos eran dioses los que ahora llamamos ángeles.
Según Plotino las ideas están divinamente en el mismo Dios, pues aunque se lo llame de diversas maneras es una fuerza inefable e infinita que siempre concurre a la eternidad, a la fuente de todos los pensamientos, que son muchos pero que es uno solo en verdad, Dios.
San Pablo dice que el que llega a Dios se hace una sola cosa con Él.
Es lo que realizan las almas nobles, pues como Él es la belleza y el centro, conocen en Él la infinita hermosura y bondad. Es la excelentísima existencia de Dios, hermoso acto y potencia que se proyecta y derrama, primero en los ángeles y luego en las almas.
He aquí mi misión: Uno de los actos más piadosos y loables es la peregrinación hacia lugares sagrados. Es el camino del neófito hacia la sabiduría, hacia la perfección, es la búsqueda de la piedra filosofal, la conmemoración del recorrido de Nuestro Señor durante su Pasión, Muerte y Resurrección. No debe interpretarse la peregrinación como un simple sendero que se debe caminar, más bien la verdadera peregrinación es en sí la vida misma, un constante viaje en el que se encuentran inexorablemente pruebas y obstáculos en el recorrido, el cual es largo y complicado. Como el alquimista en su búsqueda, el caminante conoce su destino mas no siempre el sendero correcto, es por eso que necesita de mapas y guías para no perderse y llegar a su meta. El único mapa correcto es aquel que lleva al peregrino hasta Cristo, su fiel guía por toda la eternidad hasta Dios."
La gente del pueblo, maravillada con la elocuencia de Casadey lo invitaron a quedarse entre ellos. Lo tomaban por un gran sabio que podía traer algunas soluciones a la crisis y la desesperanza que reinaba en la zona. El fallecimiento del cura párroco había dejado un vacío en los corazones de muchos mayores que pese a lo extravagante de las creencias de Casadey y su prédica, vieron en él un buen ejemplo para los pocos jóvenes que todavía quedaban en el lugar. Pese a todos sus defectos Casadey tenía una gran virtud: Hablaba con lo que para él era toda la verdad, únicas e indiscutibles revelaciones del mundo supraterrenal.
En una especie de neomedievalismo espiritual Casadey consiguió hacerse de una vestimenta rústica similar a la usada por las antiguas órdenes religiosas cristianas. Al alcalde le divertía mucho ver como día a día cada vez más gente se agrupaba durante las tardes en la plaza para escuchar las palabras del nuevo profeta.
El abandono de la iglesia tentaba mucho a Casadey. En su fuero interno deseaba que la gente lo transportase a ella nombrándolo nuevo vicario y salvador del pueblo. Durante las mañanas pasaba sus horas entre las personas y en especial en la pequeña biblioteca del pueblo, recuerdo de gloriosas épocas pasadas, fruto de la filantropía de otrora ricos pueblerinos preocupados por el progreso y el futuro. A pesar de ser limitada habían en ella numerosos libros sobre filosofía y teología lo cual animaba mucho a Casadey en su afán y sed de conocimientos. En ocasión del aniversario de la creación de la biblioteca, aprovechó Casadey para dar un discurso con miras a ganar para sí la simpatía del alcalde, hombre algo tosco pero deseoso de cultivarse. Los personajes importantes estaban ahí reunidos esperando escuchar intrigados las palabras de Casadey, que comenzó:
- "Los libros son fuente de cultura, de saber. Loable ha sido la tarea de nobles miembros de la comunidad que preocupados por el desarrollo de las mentes, hicieron posible esta magna biblioteca. Aun más, en sus admirables intenciones dotaron a este templo del conocimiento con grandes obras de la teología para el provecho de toda la sociedad. En su etimología, la teología significa estudio o tratado sobre Dios.
Es por medio de la Revelación, de la lectura del Cosmos que lo rodea que el hombre conoce las verdades sobrenaturales. La teología se ocupa de estudiar de manera científica la Revelación divina dentro del marco de la fe. La palabra teología fue empleada en tiempos remotos por Clemente de Alejandría y Eusebio de Cesarea.
Anselmo de Canterbury define a la teología como la inteligencia de la fe mientras que Santo Tomás de Aquino lo hace como la ciencia de la fe.
Es gracias a estos libros que el futuro no será empañado por las tinieblas de la ignorancia."
Maravillado, el alcalde elogió las palabras de Casadey que se sentía triunfal, contento de sí mismo, por primera vez en su vida plenamente aceptado y hasta admirado por los demás.
Fin del capítulo tercero.