domingo, 10 de febrero de 2008

Neoalquimia: El Grimorio de la Nueva Gnosis. Cap. II. Por Cristian Claudio Casadey Jarai.

Neoalquimia: El Grimorio de la Nueva Gnosis.
Por Cristian Claudio Casadey Jarai.
Capítulo II: La operación neoalquímica.


Luego de la gracia de Dios es la paz en el corazón el más grande y preciado de todos los tesoros que puede encontrar el hombre. Vano es poner la esperanza en el mismo o en cualquier cosa terrenal

El espíritu del adepto, preparado con fe y esperanza, comienza su trabajo astral purificándose por medio del fuego simbólico y sagrado que arde en el interior de cada uno de los seres humanos.

Un combate esotérico se libra en el microcosmos del iniciado, el duelo entre la rémora y la salamandra, el bien y el mal, lo apolíneo y lo dionisiaco. Gran recompensa es dada al vencedor siempre y cuando pelee limpiamente, pues nemo accipit qui non legitima certaverit (nadie lo recibe sin combatir conforme a las reglas).

No se debe confiar ni en la ciencia ni en la astucia, sólo mediante la fe en la gracia divina se logran los resultados anhelados.

En este viaje hoperpoético y sobreterrenal, la figura del joven Mercurio con su caduceo, mensajero de los dioses, en su nube, es lastimada por el viejo Saturno quien corta sus piernas con la guadaña del tiempo, representación simbólica y sexual de la mezcla del mercurio astral y bisexual, semen y óvulo a la vez germinado en el conocimiento del sabio Cronos.

El proceso continúa con la sublimación del mencionado mercurio mortificado quien asiste a la lucha entre las siete serpientes negras y amarillas que habitan las sendas cavernas en la montaña sagrada, acaso el Olimpo ya decadente, custodiado por un maldito grifo que intenta comerse a los reptiles. Un árbol puro con hojas de oro y plata, masculino y a la vez femenino, de naturaleza hermafrodita, corona el lugar. Dos dragones custodian la noble planta.

La acción se traslada al valle, al esbelto jardín de las Hespérides, en donde se revivifica el mercurio sexual sublimado. Un grupo de ciegos busca el manantial que se encuentra al lado del rosal de oro y fuego que ha de estar tan cerca que permanece invisible. La verdad permanece hermética y reservada para unos pocos.

Cuenta el antiguo Plinio en su libro XXXVI, capítulo XXVI que en tiempos de Tiberio existió un maravilloso artesano que había descubierto un vidrio flexible, que se podía moldear tan sólo con las manos, prácticamente indestructible. El emperador, temeroso de que el nuevo invento le restase valor al oro y a la plata, luego de asegurarse de que nadie más conocía el secreto, mandó a cortarle la cabeza al sabio y a quemar su laboratorio. Queda en claro que no se debe entregar el corazón a cualquiera, sólo se puede confiar en el Altísimo. El hombre es esclavo de sus inclinaciones y deseos por lo que necesita trabajar arduamente para poder seguir en el sendero de la Gran Obra. Se encuentra escrito en el libro de Job: “Tentación es la vida del hombre sobre la tierra”, el fuego prueba al hierro y la tentación al hombre justo.

Siguiendo con la transmutación mercurial, el infame rey Herodes ordena la masacre de los inocentes. Los soldados llenan un recipiente con la sangre de los niños, la luz del sol la baña de día, la de la luna de noche. Hay siete criaturas muertas. Es un estadio difícil, una cruel preparación, dura para el neófito, quien tiene que reponerse pronto de la macabra imagen.

Continúa con la figura del caduceo formando por dos serpientes que se engullen una a la otra abrazando una barra de oro, una acuosa y la otra terrestre, solución y volatilización, unión sexual entre ambos principios generadores de vida.

Las serpientes mueren crucificadas, se coagula y fija la sustancia volátil. La muerte da paso a la vida.

Por último, cuatro manantiales sagrados brotan en medio del desierto, cuatro pequeñas serpientes se acercan a ellos, es la multiplicación, custodiada por dos dragones, dos naturalezas, macho y hembra reconciliados. Finalmente dos ángeles entregan por medio de un hombre, espíritu encarnado y adimensional la piedra blanca, la piedra filosofal.