viernes, 8 de febrero de 2008

Guinea Ecuatorial: Reflexiones. Ensayo. Cap. II. Por Cristian Claudio Casadey Jarai.

Guinea Ecuatorial: Reflexiones. Ensayo.

Por Cristian Claudio Casadey Jarai, licenciado en literatura.

Capítulo II: El ser y la historia.


Aquello de lo que no podemos evadirnos es el ser. Según Lavelle, brea en la tarea de realizar el ser. Para encontrar equilibrio del mismo, Marx coloca a la materia en el lugar de la idea, simplifica la realidad a materia y entiende a la historia como la evolución de lo material. Así, toda realidad queda reductible a su sustrato material que no se concibe como estático ni como amorfo, sino que cambia, evoluciona, se transforma según la lógica interna que imponen las leyes de la dialéctica, a la contradicción entre tesis y antítesis de ambas en franca inversión al sistema hegeliano. El espíritu es un producto de la materia en esta manera de ver las cosas y la sociedad es un momento superior en el desarrollo de la misma.

Este sistema se compone de un materialismo dialéctico y de un materialismo filosófico que consiste en la interpretación económica de la historia. El motor de la historia es la lucha de clases sociales.

Por otro lado, en la antigüedad, la ciencia histórica halló en Herodoto su expresión más alta. En la obra de Esquilo la tragedia consiste en el conflicto entre el destino del hombre y el orden divino, inamovible y justo, idea de la lucha por conseguir el equilibrio.

Para Aristóteles, los personajes de la antigua tragedia no hablaban de forma retórica sino política, lo cual se ve reflejado con justa razón en “Las Euménides” en donde se manifiesta el carácter político de la obra mediante la concepción del nuevo estado, del espíritu de libertad, de orden y de justicia.

Sófocles, el clásico por antonomasia, presenta la lucha entre el individuo y la sociedad, el conflicto entre la conciencia personal y las leyes cívicas. Así, la dialéctica sería el paso de la idea en la inteligencia, a la idea en sí misma.

En Eurípides ya emerge el proceso de interiorización del alma humana, en donde la quiebra moral de la polis no puede solucionar el problema social y donde las arcaicas premisas religiosas de la tragedia pierden su sustancia, se rompe el equilibrio. Para refugiarse en la compleja interioridad del hombre, la tragedia evoluciona, cambia de rumbo, dejando de lado el tratamiento de los problemas públicos. Así, la nueva comedia, desde Aristófanes hasta Menandro casi por completo abandona los temas políticos para criticar las costumbres.

Para el hombre actual, el mundo vuelve a ser finito, alcanza su estructura, su relatividad y su tiempo adimensional. La materia se disuelve y vuelve a ser el contenido de una estructura, por lo que su cosmovisión responde a una realidad de estructuras con un cierto orden, un cierto movimiento.

En la antigüedad, y hasta en nuestros días, en algunas ramas del saber, la administración del tesoro científico se hizo de un modo iniciático, es decir, mediante largos y duros aprendizajes y tras series de duras pruebas. Así se aseguraba el buen uso de dichos conocimientos pues solo estaban destinados a candidatos de gran valor moral, desapareciendo el propósito de lucro de todo saber científico y profesional, en otras palabras, la ciencia por la ciencia misma, el arte por el arte.

En otra dirección filosófica, los gnósticos tratan en su búsqueda del equilibrio y de una manera similar a la de los padres de la Iglesia Ortodoxa, en especial la griega, de elaborar y entender de forma filosófica la doctrina religiosa.

Etimológicamente gnóstica deriva de gnosis, conocimiento. Es una filosofía vinculada al neoplatonismo. Es su propósito de elevarse desde la pistis, es decir, desde la fe hasta Dios y conseguir un saber racional de los elementos divinos.

Por medio de la emanación, según esta corriente, Dios produce unos seres intermedios llamados eones. Clemente de Alejandría en su libro Strómata busca una explicación racional del dogma. La filosofía es una reflexión sobre la realidad y Edmundo que la rodea, las cosas y sus causas. Por necesidad, la causa primera es Dios. En la tradición cristiana, el lirismo metafísico está presente en toda su belleza en los textos de las Escrituras, en misterios y mística que impregnan las palabras. Los dogmas secretos que nombraba San Basilio son símbolos, signos y ritos que presenta la esfera cristiana de la vida religiosa. Mediante la luz divina del discernimiento interpreta el significado de los Libros Sagrados. Orígenes fue un discípulo y continuador de las enseñanzas de Clemente de Alejandría. Aceptaba la doctrina del logos, personificación de la sabiduría divina, del equilibrio perfecto. Así explica que Dios es eterno, adimensional, ha creado el universo, a los espíritus, a quienes ha dotado de la libertad de decidir por sus propios medios, el libre albedrío. Los que se mantuvieron puros y fieles a Dios se transformaron en ángeles, conservando su perfección; mientras que los peores se transformaron en demonios y se alejaron de la divinidad. Esas almas en castigo fueron encerradas en la materia y en este mundo, hasta que según el plan celestial, por la acción del logos, hecho carne en Cristo, volverán a Dios todos los espíritus (apocatástasis), tanto hombres como demonios ya purificados. En San Agustín el equilibrio se encuentra en el principio de la experiencia íntima que en vez de nociones físicas busca realidades espirituales en su concepción metafísica del mundo.

Regresando a los antiguos, en su búsqueda de orden y equilibrio, Pitágoras afirmaba que el Ego o Nous era coeterno con Dios, pero que el alma para alcanzar dicha perfección debía pasar varias etapas, a semejanza de los mundos de forma en el pensamiento de la India hasta el ascenso en ciclos a moradas superiores como el Nirvana.

Este camino hacia el equilibrio, progreso, orden y justicia no es exclusiva del ámbito de la filosofía, de la teología o de la metafísica sino que este conjunto de ideas son las que influyen a cada paso el correr de la historia.

Durante el transcurso del tiempo, en la historia de la humanidad se encuentran formas muy diferentes y a la vez antagónicas en sus concepciones de equilibrio y progreso.

En el siglo pasado, fue una corriente de pensamiento la que originó uno de los mayores hechos violentos que registre la historia contemporánea, la Segunda Guerra mundial. Fueron las ideas de Adolf Hitler en su interpretación del equilibrio como pureza racial al igual que su pseudonecesidad de crear un orden en su estilo personal lo que cambió de manera radical el modo de organizar el mundo. Su equilibrio estaba dado por un prototipo racial del hombre, en donde la mezcla con supuestas razas inferiores rompía el progreso y llevaba a la humanidad a la perdición. Para esta teoría fundamentalista no quedaba otro camino más que la destrucción de lo opuesto. Se trata de un equilibrio de un solo elemento, no admite el binomio positivo-negativo, masculino-femenino, yin-yang ni ningún concepto similar. Conviven, parafraseando a Nietzche lo apolíneo con lo dionisiaco.

La victoria de una fuerza más poderosa sobre una más débil necesariamente traerá consigo un frágil equilibrio en donde las revoluciones siempre en germen romperán con dicho orden. No siempre las fuerzas más poderosas son mayoría, sino que disponen de ciertas estrategias y tecnologías para someter a las más débiles, muchas veces más grandes en número que las minorías dominantes. Un caso ilustrador sobre el tema fue el de África en donde una minoría europea era la fuerza dominante sobre la mayoría local.