lunes, 7 de enero de 2008

La leyenda de Meleagro y el jabalí, por el licenciado Cristian Claudio Casadey Jarai

En la antigua Grecia reinaba en la ciudad de Calidón el monarca Eneas junto a su esposa Altea. La prosperidad de su comarca se debía gracias a la protección de la diosa Diana que garantizaba riquezas y abundancias lo que suscitaba la envidia de los vecinos.
Los reyes tuvieron un hijo al que llamaron Meleagro. Eneas, ocupado constantemente en guerrear contra sus enemigos descuidó el culto a Diana quien se vengó cruelmente enviando un jabalí que asolaba la región.
Meleagro convocó a cástor, Pólux, Teseo, Piritos, Peleo y Telemón, sus tíos maternos Plesipo y Toso y a Atalanta, cazadora de Arcadia para acabar con la bestia.
Atalanta fue la primera en herir al animal el cual atacó y dio muerte a dos de los cazadores y casi a todos los perros. Victorioso, Meleagro logró terminar con el jabalí y ofreció la cabeza y la piel a Atalanta por haber sido ella la primera en lastimar al feroz cuadrúpedo.
Los tíos maternos de Meleagro y algunos cazadores envidiosos quisieron emboscar a Atalanta para robarle los trofeos. Meleagro enfurecido los castigó con la muerte. La reina Altea recordó la predicción que le hicieran las Parcas quienes mostrando un tronco que ardía en la chimenea dijeron que meleagro moriría cuando dicha madera se consumiera. Queriendo vengar la muerte de sus parientes la soberana arrojó el madero al fuego y el príncipe fue atacado por una infernal fiebre que persistió al mismo tiempo que la combustión. Altea, presa del remordimiento fue transformada por los dioses en la hembra de un faisán.
El gran Ovidio relata esta leyenda en su Metamorfosis y dante Alighieri se refiere a la misma diciendo: "Se consumión al mismo tiempo que un trozo de madera".