domingo, 6 de enero de 2008

Indiferencia, por Cristian Claudio Casadey Jarai

Cansado se levantaba para ir a su trabajo. Era de madrugada y todavía no se había asomado el sol. Las penumbras reinaban sobre las solitarias calles de la ciudad, solo cruzadas por almas similares a la suya, comprometidos a sacrificarse para el provecho de otros. Un café cargado lo ayudaba a matar lo que quedaba de Morfeo en su sangre. Apresurado, salió de su hogar y se enfrentó al frío aire que violentamente rozaba el pavimento. Como todas las jornadas, debía cruzar la plaza desierta cubierta de neblina en esa época del año. Un extraño sonido llamó su atención. Se desvió de su recorrido habitual buscando la fuente de aquel quejido. Encontró bajo a un árbol a una niña bañada en sangre, agonizando. Salió corriendo. En su inmensa miseria del alama era preferible conservar su mediocre vida rutinaria que involucrarse y ayudar a una pobre pequeña.