lunes, 14 de enero de 2008

Troya. Por Cristian Claudio Casadey Jarai

Silenciosas sombras se deslizan.
Llora la morada real de Esparta.
Huye con los tesoros Menelao
y entre ellos el más precioso:
Tus ojos verdes.

Calla Calcas su fúnebre vaticinio.
Serpiente de piedra,
devoradora de las nueve aves.
¿no fue suficiente sacrificio?
Camina Apolo sobre la espuma blanca.
Levanto mi espada fulmínea.
Entre las arenas doradas
recupero tus ojos verdes