lunes, 27 de octubre de 2008

El Café y Balzac. Por Cristian Claudio Casadey Jarai


El Café y Balzac.

 

Hay escritores que se sienten mejor de mañana, otros que prefieren la tarde y algunos, a imitación de los búhos, disfrutan de la noche.

 

Diversas personalidades, heterogéneas formas de vivir. Sin embargo, un gran aliado silencioso ayuda a casi todos por igual: El café.

 

Bebida milagrosa, de oscuro brillo y enigmático aroma, seduce a hombres y mujeres para transportarlos al gozo del sabor.

 

Sus propiedades revitalizadoras hacen del mágico líquido un gran inspirador en momentos de agotamiento, tanto físico como mental. No en vano acompaña a la solitaria labor del creador literario, quien con un par de sorbos se repone a la falta de ideas en el momento de escribir estimulado por el delicioso elixir divino.

 

Una taza colmada siempre invita al autor a tomar pluma y papel (o más bien el teclado en estos tiempos modernos) para dar rienda suelta a su imaginación. No importa ya cuál sea el horario elegido para llenar las páginas en blanco.

 

Honoré de Balzac, fue uno de los escritores más prominentes de la primera mitad del siglo XIX. Junto con Flaubert, fue el representante  de la comedia realista. Gran entusiasta del café, fue ese brebaje maravilloso el combustible   de su enorme producción literaria

 El autor francés todos los días compraba sus propios granos  de oro. Se cuenta además que inició a su secretario en la elaboración de la bebida con diverso nivel de concentración según sus necesidades creativas de cada jornada.

 

Siempre de la mano, la infusión y el intelectual, son binomio inseparable de imaginación y agudeza mental.